Todos
escuchaban atentamente a la morá Jaia. Los puntos
eran claros: el papel secante debía estar lo suficientemente
mojado para que los porotos germinen.
Diariamente y con gran constancia los alumnos entusiasmados
cada día se acercaban a sus frascos a observar cuánto
habían crecido sus legumbres.
A Jaim se lo veía triste. “¿Qué
te pasa Jaim, por qué estás llorando?”,
preguntó la morá, asombrada por el semblante
de Jaim, que siempre se caracterizaba por estar con una
sonrisa de oreja a oreja. “Es que morá, no
entiendo nada. Yo quise que mis porotos crecieran más
que todos, entonces llené todo el tarro con agua
y me encuentro con que se pusieron todos marrones, con un
olor apestoso. ¿Cómo puede ser, morá?”.
En
una sociedad cuantitativa, en la cual todo se mide en términos
de “cuánto” y no de “qué”,
no debería extrañarnos encontrarnos con historias
como las de Jaim. “Eres lo que tienes, eres lo que
produces”. El humano dejó de valer por su esencia,
transformándose en un bien de consumo.
En
la Torá aparece un precepto negativo denominado “bal
tosif”, (ver Deuteronomio 4:2). Se nos prohíbe
acrecentar más de los preceptos que Di-s nos encomendó.
Por ejemplo: si una persona quiere habitar en una Sucá
9 en vez de 8 días, está cometiendo una falta.
Así también sucede con aquella persona que
está estudiando Torá mientras aparece una
mitzvá que no la puede hacer por intermedio de otra
persona y que tiene un tiempo fijo (por ejemplo: acompañar
al fallecido antes del entierro), y, para no interrumpir
su estudio, no la cumple, todo su estudio se transforma
en falta. Increíble, ¿no?
Ya
lo dijo el rey Salomón: “No seas demasiado
justo, ni seas sabio con exceso” (Kohelet 7:16).
Para la Torá no es mejor quien hace más sino
quien hace lo correcto y en el momento apropiado. Hay que
reír cuando sea el momento de reír y llorar
cuando sea apropiado llorar. Meditar previo a cada acto,
dejando de lado la impulsividad.
El judío es un ser pensante, sabe que no puede comer
sin antes bendecir al Creador; que antes de realizar cualquier
trabajo el día sábado, debe corroborar que
sea un accionar permitido, no sea que infrinja en las normas
del Shabat.
“Judío observante” significa saber ubicarse
en cada situación que se presenta, actuando no en
base a la tendencia personal e innata, sino a como la Torá
lo establece. Ser piadoso cuando no se debe serlo, tampoco
es lo correcto (por ejemplo: abstenerse de hacer sacrificios
en el Gran Templo para no matar animales).
Obviamente
que existen las “jumrot” (ser más estrictos)
en ciertos preceptos, pero estos no siempre significan hacer
más. Peor aun, en oportunidades (como mencionamos
anteriormente) por –la buena intención de-
querer hacer más, se termina transgrediendo la Ley
Divina. Además, para incrementar primeramente se
debe cumplir con las bases.
En síntesis: no siempre ser más estricto significa
ser “mejor” o hacer lo correcto.
Alan J. Owsiany
es Consultor Psicológico (Counselor). Al terminar sus estudios de bachillerato,
estudió 1 año en Yeshivat "Kneset Jizkiahu" - Kfar Jasidim
(Rejasim, Israel).
Desde la psicología humanística existencial (enfoque al que toma
como columna vertebral), se esmera en aplicar su profesión dentro del
marco de la Torá y las mitzvot.
Actualmente desarrolla tareas como docente integrador y acompañante terapéutico
en escuelas ortodoxas de la comunidad.