Frecuentemente
observamos a grandes empresarios y hombres de negocios dirigirse
hacia grandes Sabios contemporáneos en búsqueda
de bendiciones y consejos. No solamente aquellas personas
se dirigen hacia ellos. También se pueden ver a padres
preocupados por sus hijos, a jóvenes que aun no han
encontrado a su otra mitad, a personas que necesitan paz
en sus hogares... los casos y circunstancias son interminables."¿Me
conviene invertir aquí?", "¿es riesgoso
este negocio?", "¡necesito una bendición
para casarme!", "¡no sé ya que hacer
con mi hijo!".
A veces pensamos que la berajá (bendición)
se activará de manera rápida y automática.
El "antídoto" al inconveniente está
en las "manos" de aquel Sabio. Su gran conexión
con Hashem (Di-s) hará que toda dificultad llegue
a su fin.
Cuentan que en una oportunidad un joven muchacho iba a contraer
matrimonio.
Tal como era la costumbre, en vísperas de su boda
se acercó a lo de su rabino al cual le pidió
una bendición. "¡Quiero que me bendiga
con que no se me presenten dificultades en toda mi vida!",
solicitó el joven al gran erudito. "Te equivocas",
le contestó este último, y siguió:
"si piensas que en la vida no deben existir inconvenientes,
no estás acertado... ¡con ellos logramos superarnos!
Por eso, no te bendeciré con que no se te presenten
dificultades, porque todos las necesitamos. En cambio, te
daré una berajá (bendición) para que
en todo problema que se te presente, puedas encontrarle
la vuelta y salir adelante."
Nuestras escrituras nos exigen que nos apeguemos a nuestros
Sabios (Pirké Avot 2:15), que nos consultemos con
ellos y saquemos todas nuestras dudas.
Si bien es cierto que ellos pueden estar más cerca
de Hashem (Di-s) por su constante apego, las bendiciones
no tienen carácter mágico. No se trata de
brujería, de un encantamiento o de una hechicería...
A través de la bendición, el Rabino le reza
a Hashem (Di-s) para que las personas tengan éxito.
Sepamos que no se esconde algún tipo de secreto oculto
en aquello. No hay más que eso.
¿Necesitamos intermediarios para hablar con Di-s?.
¿Para qué solicitarle a un tercero que haga
lo que nosotros mismos podemos hacer? ¡Tenemos la
oportunidad de pedirle a Hashem (Di-s) lo que queramos...
y las 24 horas del día! Es más, al estar involucrados
en el inconveniente, tal vez rezaremos con más fuerzas
y fervor que aquel Rabino.
Cuando Adam y Javá pecaron comiendo del árbol
prohibido, tanto ellos como la serpiente (que incitó
a Javá a comer del fruto) recibieron su particular
castigo.
Di-s le dijo a la serpiente: "... polvo deberás
comer todos los días de tu vida" (Génesis
3:14).
A la mujer le dijo: "Aumentaré tu sufrimiento
y tu embarazo; ... con dolor darás a luz" (Génesis
3:16). Y a Adam: "... con el sudor de tu rostro comerás
pan". (Génesis 3:19).
Al comparar los castigos, parece que el hombre recibió
uno más duro que la serpiente. Esta última
podrá encontrar su sustento dondequiera que vaya
y sin esfuerzo, ya que el polvo se encuentra en todas partes.
En cambio, el hombre debe trabajar y sólo recibe
su sustento "con el sudor de su frente". Los comentaristas,
en cambio, explican que la serpiente recibió el peor
castigo. "Te proporciono comida por todas partes para
que nunca tengas que llamarme, porque no quiero tener nada
que ver contigo". Haciéndole la vida más
fácil, Di-s se estaba distanciando de la serpiente
y no hay peor maldición que ésta. El ser humano,
por otro lado, fue castigado con maldiciones que requerirían
su contacto constante con su Creador.
Una "conexión" constante que sólo
la tendremos si realmente la valoramos. Seamos concientes
que aquello existe y no depositemos en terceros nuestra
responsabilidad.
Dicen que los caballos que trabajan con carruajes tienen
la fuerza suficiente como para librarse de aquellos. Di-s
les dio la energía necesaria para soltarse de las
cuerdas que los amarran. "¿Por qué no
se rebelan?", nos preguntamos todos. Y la respuesta
es: porque no creen que ellos tienen la fuerza. Aquel Ser
que no cree en sus potenciales, aunque los posea, nunca
podrá ponerlos en práctica.
En el lugar que estemos, ya sea en el supermercado, en la
fila del banco, caminando por la calle o esperando al ómnibus.
Siempre es momento propicio para rezarle a Él. Eso
es lo que Espera de nosotros: ¡que lo tengamos siempre
presente! "Hashem, por favor, que llegue el ómnibus
rápido". "Di-s, que la fila del banco se
mueva más rápido". En todo momento y
lugar tenemos aquella oportunidad. Demostrarle que aun en
las pequeñas cosas le pedimos a Él ya que
todo de Él depende (como dice el Rey David: "Puse
a Di-s delante de mí siempre", Salmos 16:8).
Sepamos aprovechar la conexión especial que tenemos.
La conexión "WI-FI".
En una oportunidad un compañero de curso me había
dicho que siempre le pedía a Hashem tener éxitos
en los exámenes escolares. "Yo le pido otras
cosas más importantes", le dije. "Cosas
tan insignificantes no me parecen apropiadas para pedir",
insistí.
"Te equivocas abismalmente", dijo, y continuó:
"al solicitarle cosas pequeñas estás
demostrando que absolutamente todo depende de Él;
no solamente los asuntos importantes. ¿Acaso el resultado
de una buena nota -por más insignificante que parezca-
no es una mezcla de mi esfuerzo junto con lo que Él
quiera? Si no le pides aquello, estarías demostrando
(implícitamente) que existe algo que escapa a Él"
(Di-s no permita).
Debo reconocer que recibí una buena lección.
Quizá vemos más conveniente que otro nos diga
lo que tenemos que hacer. Optamos por una directivdad total.
¿No será que tememos al fracaso y nos cuesta
asumir los pasos en falso? "Yo no me equivoqué,
a mí me dijeron que haga así" ¿No
habrá un dilema con aquello de asumir un desafío,
una responsabilidad y no estar abierto a fallar? ¿No
olvidamos, tal vez, que ser responsable y aceptar los fracasos
son las llaves para el éxito y la continuidad? ¿No
será que no estamos abiertos a aprender de las malas
experiencias y así enriquecernos internamente?
Uno mismo es la bendición. De nosotros depende. Claro
que debemos consultarnos con los grandes Sabios del pueblo.
Escuchemos sus consejos, opinemos, intercambiemos ideas.
Pero, tal vez, deberíamos replantearnos antes si
no estamos tocados en lo expuesto, porque, de ser así,
estaremos involucrados en un asunto no menor. En aceptar
los desafíos de la vida.
Alan J. Owsiany
es Consultor Psicológico (Counselor). Al terminar sus estudios de bachillerato,
estudió 1 año en Yeshivat "Kneset Jizkiahu" - Kfar Jasidim
(Rejasim, Israel).
Desde la psicología humanística existencial (enfoque al que toma
como columna vertebral), se esmera en aplicar su profesión dentro del
marco de la Torá y las mitzvot.
Actualmente desarrolla tareas como docente integrador y acompañante terapéutico
en escuelas ortodoxas de la comunidad.